Una de las razones por la que fundamos Baraka Arqueólogos fue la difusión del patrimonio arqueológico, monumental, industrial y etnográfico de Castilla La Mancha. Por ello, además de la información que hemos ido colgando sobre algunas de nuestras intervenciones en distintos yacimientos arqueológicos y monumentos, hemos realizado algunas investigaciones sobre temas más específicos relacionados con el estudio de elementos etnográficos importantes y que estaban cayendo paulatinamente en el olvido.
Habéis podido leer alguno de estos trabajos en esta misma página, tratando sobre los pozos de nieve en la provincia de Ciudad Real. En esta ocasión queremos hablaros sobre los molinos harineros del río Azuer, aprovechando la reciente publicación del artículo publicado por algunos miembros de Baraka Arqueólogos, en el nº 35 de los Cuadernos de Estudios Manchegos.
El río Azuer se encuentran localizado en la zona central oriental de la provincia de Ciudad Real y su curso nace y discurre por el Campo de Montiel, por los términos municipales de Villahermosa, Fuenllana, Montiel, Carrizosa y Alhambra, llegando al Campo de Calatrava y atravesando los términos municipales de La Solana, San Carlos del Valle, La Membrilla, Manzanares y Daimiel, para unirse al río Cigüela al norte de su casco urbano.
En el artículo podéis observar una evolución de los distintos tipos de molinos harineros que han existido a lo largo de la historia, desde los molinos de mano barquiformes prehistóricos, pasando por los primeros molinos rotatorios protohistóricos y romanos, hasta llegar al nacimiento del molino hidráulico ya en época romana.
La construcción de este tipo de molinos continuó durante la época visigoda, pero fue sin duda en época medieval donde alcanzó la mayor difusión ayudada, sin duda,por los grandes conocimientos en ingeniería hidráulica y en el aprovechamiento de los recursos hídricos que aportaron los musulmanes a partir del siglo VIII. En la Edad Media se desarrollaron los molinos de rueda horizontal o rodezno, junto a los molinos de rueda vertical o aceñas.
Los molinos harineros solían almacenar parte del agua que utilizaban durante la molienda en unas balsas existentes en la parte trasera del edificio, a las que llegaba el agua mediante el caz, un canal que llevaba el agua desde el cauce del río aprovechando la pendiente natural del terreno. Desde esta balsa el agua accedía mediante el saetín hasta los niveles hidráulicos del molino en los que se localizaba el rodezno provocando su movimiento. En la Edad Media, sobre todo en las zonas en las que escaseaba el agua, tuvo gran difusión el cubo de presión. Este elemento permitía aprovechar mejor el agua disponible ya que permitía obtener una misma potencia con un caudal menor de agua debido a la presión obtenida.
Posteriormente en los siglos XIV y XV se produjo una innovación basada en el rodete de regolfo, consistente en alojar el rodezno en el interior de una cubeta en la que el agua entraba de forma tangencial. Con ello se conseguía aumentar la velocidad del agua debido a la fuerza centrífuga y se creaba una corriente que permitía mover las piedras del molino con mayor potencia y continuidad, aprovechando, de paso y de mejor forma, la cantidad de agua disponible.
Los molinos siguieron funcionando con pocas modificaciones hasta el siglo XIX. La Estadística administrativa de la Contribución Industrial y de Comercio de 1857 registró un total de 20119 molinos harineros en toda España, que molían con un total de 27221 piedras. A Castilla la Mancha le correspondía un total de 1265 molinos que molían con 1635 piedras, de los que tan solo 106 molinos y 137 piedras pertenecían a la provincia de Ciudad Real.
La posterior proliferación de nuevas fábricas harineras industrializadas y una serie de factores administrativos provocaron la desaparición y el abandono de muchos molinos a mediados del siglo XX. Durante la segunda mitad del siglo XX se produjo el abandono definitivo de estos ingenios, quedando abandonados y en ruina la mayor parte de ellos.
El funcionamiento de los molinos harineros era sencillo, al igual que su construcción, pero efectivo. Una presa en el cauce del río derivaba el agua hacia el caz, un canal que llevaba el agua hasta una balsa o un cubo de presión situado en el propio molino y en cuya base existía un conducto inclinado hacia el rodezno en cuyo extremo se localizaba el saetín, un canal troncopiramidal que reducía progresivamente su sección para aumentar así la presión y la velocidad del agua que incidía sobre los álabes para generar el movimiento rotatorio del rodezno. El rodezno estaba unido a la piedra volandera mediante un eje vertical de madera y una lavija. El movimiento rotatorio del rodezno provocaba el movimiento rotatorio de la volandera sobre la piedra solera, lo que provocaba la molienda del grano.
Para estudiar el conjunto de molinos existente en este río se utilizaron varias fuentes documentales históricas como fueron las Relaciones Topográficas de Felipe II, elaboradas en 1575, las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, elaborado en 1752, el Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de Pascual Madoz, de mediados del siglo XIX y finalmente, la Edición 1:50000 del Mapa Topográfico Nacional de 1887 y 1888.
Los datos obtenidos en estas fuentes permitieron extraer varias conclusiones como por ejemplo que el periodo de mayor auge constructivo de estos molinos fue el siglo XVI, ya que es la época en la que mayor número de referencias existen, con un número cercano a los 50 molinos. Posteriormente y quizás debido a la progresiva implantación del molino de viento en nuestra zona, se fue reduciendo el número de molinos hidráulicos hasta llegar a los 39 molinos. A lo largo de los siglos XVIII y XIX el número demolinos continúo decreciendo hasta llegar a los 29 molinos existentes a mediados del siglo XIX.
El río Azuer tiene un cauce de apenas 80 km, no es muy caudaloso y sufre una gran estacionalidad. Sin embargo fue muy aprovechado por los pueblos por los que transcurría su cauce ya que, aunque probablemente no funcionaron de forma simultánea, se han localizado referencias de un total de 38 molinos. De todos ellos, nueve molinos han desaparecido, por el laboreo agrícola y por la creación del pantano del Puerto de Vallehermoso. Un total de 29 molinos han sido localizados, de los que tan solo 4 presentan un estado de conservación aceptable. Se da el dato curioso de que la mayoría de ingenios localizados son molinos harineros, habiéndose localizado referencias de tan solo dos posibles batanes.
Se trataba de edificaciones sencillas, muy similares al resto de casas de campo e integradas en el paisaje, construidas con sólidos muros de mampostería y tapial, con techumbres de teja curva. Contaban con otro tipo de dependencias como almacenes, la vivienda del molinero, establos, etc. Tan solo las estructuras hidráulicas los diferenciaban del resto de edificaciones. Las presas estaban construidas con sólidos muros y compuertas que derivaban el agua hacia el caz del molino. Eran canales que serpenteaban a uno y otro lado del cauce buscando los desniveles apropiados.
Suelen tener planta rectangular y en ellos se observan varias dependencias como son las zonas de corrales para el ganado y el edificio del molino en sí, dividido a su vez en dos partes diferenciables, la vivienda del molinero y la sala de molienda.
Del estudio de los distintos molinos localizados pudieron extraerse una serie de conclusiones. Una de las principales fue documentar una tipología diferente en función del tramo del río en el que se encontraban, es decir, en función del caudal disponible. La zona de cabecera, desde el nacimiento hasta el pantano del Puerto de Vallehermoso, presenta un relieve más escarpado y atraviesa terrenos más sinuosos que no permiten la construcción de presas y obligan a la construcción de cubos de presión que permiten aprovechar mejor el escaso caudal de agua existente.
La segunda tipología de molinos se localiza en la mitad oeste del río, desde el pantano hasta su desembocadura en el río Cigüela. En esta zona el río Azuer recibe los aportes hídricos de varios arroyos lo que le proporciona un mayor caudal. Además, la horizontalidad del terreno permite la construcción de balsas que permiten almacenar el agua para la molienda. Estas circunstancias posibilitan que los molinos construidos en esta zona tengan un mayor tamaño y tengan por tanto un mayor número de muelas con las que moler, aumentando su producción y rendimiento.
Por último, os dejamos el enlace al lugar en el que podréis conseguir el Cuaderno nº 35 del Instituto de Estudios Manchegos.
http://iestudiosmanchegos.castillalamancha.es/publicaciones/
Esperamos que esta información haya sido de vuestro interés.
Que chulo el artículo. Como membrillata aprovecho! Dejo una página de los molinos de Membrilla. El Molino del Azuer está restaurado por la Escuela Taller Municipal y se puede visitar.
http://membrilla.com/index.php?option=com_content&view=article&id=73:molinos-del-rio-azuer&catid=7&Itemid=100025
Un saludo!
El de la membrilla es el único restaurado, estaría bien que se restaurase alguno más, como el de los Moros en San Carlos y así, se podrían hacer pequeñas rutas. El artículo en el instituto de estudios manchegos es mucho más amplio y tiene fichas de todos los molinos.
Un saludo.
Me ha parecido muy interesante el artículo sobre los molinos del río Azuer. Me pregunto si podríamos publicar este artículo en el boletín La Ruta, de la Asociación de Amigos del Campo de Montiel, boletín que se difunde en papel, además de a todos los asociados, a los ayuntamientos, casas de cultura/bibliotecas, colegios e institutos del Campo de Montiel.
Si estáis de acuerdo, por favor, enviadnos el fichero en pdf a mi dirección de email.
Gracias.
Por cierto, el propietario de uno de los molinos del Azuer del término de Manzanares lo ha donado al Ayuntamiento que ha dicho que lo van a excavar y restaurar. A ver si es cierto!
Y Diego, no es LA Membrilla, es Membrilla a secas!