El casco antiguo de la ciudad de Toledo es un excepcional catálogo de muros, fábricas y decoraciones exteriores de sus edificios así como de su evolución a través del tiempo. El Consorcio de la Ciudad de Toledo, entre otras cosas, promueve y controla que las actuaciones realizadas sobre las fachadas históricas sigan un mismo criterio en pro de conseguir una ciudad armoniosa y respetuosa con su pasado.
El caso de las fachadas de los edificios de la calle Plata 4, 6 y 8 se enmarca en este tipo de actuaciones. Las obras de restauración se llevaron a cabo entre 2014 y 2015, fueron promovidas por el Consorcio de Toledo y el estudio y seguimiento arqueológico corrió a cargo de la empresa BARAKA ARQUEÓLOGOS S.L. La rehabilitación de las fachadas incluía la eliminación o sustitución de elementos ajenos, la consolidación de las fábricas, el tratamiento de los huecos, la recuperación de policromías y el tratamiento del adarve existente. En resumen, buscaban preservar la buena imagen y los valores históricos de los edificios afectados.

Como hemos dicho, los inmuebles se localizan en la calle Plata, una de las principales vías turísticas y peatonales del casco histórico, a escasos metros de la plaza de San Vicente. Se trata de una zona de entramado urbano estrecho y sinuoso por pervivencia histórica, con edificios antiguos de varias alturas. Los edificios afectados muestran fachada a la calle Plata pero, a su vez, forman una pequeña plazuela anexa a dicha calle.
Las fachadas restauradas, aunque no amenazaban ruina presentaban un deterioro destacable y con vistas a acrecentarse rápidamente. A los efectos del paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas hay que sumar los parcheados y reparaciones realizados sin criterio y con técnicas y materiales inapropiados.


El primero de los trabajos arqueológicos realizados por BARAKA ARQUEÓLOGOS fue la lectura estratigráfica de los paramentos existentes, antes de que éstos fuesen restaurados y se perdiera posible información. Posteriormente, este estudio de paramentos se completó con los datos obtenidos durante el seguimiento de obra al eliminarse parcheados, reparaciones y elementos ajenos a la obra original o a sus reformas históricas.
El edificio de Plata 4, con dos fachadas, cuenta con una sólida fábrica de ladrillo con zócalo de mampostería y sillería de granito, así como casetones de mampostería en la planta baja. El acabado principal del edificio es a base de un retundido de la llaga de la fábrica de ladrillo cuya superficie expuesta se pinta de almagre. La fachada de Plata 6 muestra un único frente cuyo revoco oculta en gran medida el soporte del edificio, seguramente de ladrillo. Este revoco, que no es el original, es una imitación pictórica sobre fondo de almagre de aparejo de ladrillos. En cornisa, imposta y lateral derecho se conserva, además, un despiece de sillares fingido en amarillo. El número 8 de calle Plata y parte del número 10 mostraban similar decoración y otros elementos comunes a pesar de pertenecer a inmuebles diferentes. Las fábricas, seguramente también de ladrillo, permanecen oculta tras los revocos. La portada del número 8 está formada por jambas y dintel de granito y cuenta con la decoración de bolas y cordón típica del siglo XV. El acabado general del edificio es a base de aparejo fingido de ladrillos por medio de un revoco con revoquillo teñido con polvo de ladrillo. Cuenta además con un juego cromático que consiste en el color marrón de alguno de los “ladrillos” de forma desordenada.


La intervención arqueológica llevada a cabo por la empresa BARAKA ARQUEÓLOGOS nos ha permitido conocer un poco mejor estos edificios y su evolución a través del tiempo.
La fachada del número 8 alberga la entrada principal del edificio, formada por la portada de granito decorada que data, probablemente, de finales del siglo XV. El aspecto actual del resto de la fachada es fruto de una evolución que nos lleva hasta la primera mitad del siglo XX, momento en que se fecha su acabado exterior de fingido de ladrillos. La parte del número 10 afectada por la intervención supone la apropiación, al edificarse el inmueble, del espacio anteriormente ocupado por un adarve. La fachada del número 6 es posterior a la del número 8, y muy posiblemente del siglo XVI. La evolución de esta fachada desde su configuración inicial, de la que forma parte la portada de piedra de la derecha hasta su decoración en la segunda mitad del siglo XIX, nos es desconocida, si bien parece que debió de sufrir algunas reformas hasta cerrar completamente el adarve de acceso al convento de las Gaitanas. Las fachadas del número 4 pertenecen a un edificio fechado en el siglo XVI, seguramente a finales. Es el único caso en que se ha conservado aceptablemente la decoración original.
Resulta curiosa la contradicción detectada entre la cronología relativa de la estructura de las fachadas y la de sus acabados. Es decir, que mientras que el acabado de mayor antigüedad es el del número 4 seguido por el del número 6 y finalmente el del número 8, la fachada más antigua es la del número 8 seguida de la del número 6 y finalmente de la del número 4. De este modo podemos ver una evolución de acabados que parte del siglo XVI (Nº 4), pasa por finales del siglo XIX (Nº 6) y termina en la primera mitad del siglo XX (Nº 8 y parte afectada del 10). Y por el contrario, el arco temporal de las estructuras a las que rematan es menor, partiendo del siglo XV (Nº 8) y finalizando en el XVI (Nº 4 y 6). Ello evidencia que la vida y evolución de cada edificio es singular y debe ser entendida y estudiada tanto de forma conjunta como individualizada.

La plazuela formada por los edificios estudiados aparece ya reflejada en el Plano de Toledo del Greco (1608-1614), lo que viene a confirmar las dataciones. En dicho plano no se aprecia, puesto que ya no existía, el adarve que hoy ocupa la parte afectada del número 10. La parte izquierda o sur del número 6 albergaba la entrada a otro adarve —posiblemente fosilizado desde época romana, como indica el aparejo de opus africanum de su lateral sur— que conectaba con las dependencias del convento de las Gaitanas. Este hecho queda reflejado en la cartografía del siglo XIX, por lo que cabe pensar que la puerta que hoy existe en ese punto no existía por entonces, aunque sí el edificio en el que se localiza. Lo más probable es que el adarve permaneciera abierto pero presidido por un cobertizo. El plano de 1900 del Instituto Geográfico y Estadístico es el primero que muestra la plazuela con la forma que tiene actualmente, lo que concuerda con el cierre definitivo del adarve y el acabado final de la fachada del número 6, entre 1850 y 1900. Tras ello, y siempre antes de las reparaciones más actuales, el fingido de ladrillos de la primera mitad del siglo XX del número 8 acabó de dar el aspecto definitivo a la plaza.

