Vamos a comenzar una serie de entradas sobre el estudio de materiales en arqueología. En esta primera entrada, vamos a indicaros los pasos de manera general que nosotros seguimos, con pequeñas modificaciones según cada intervención, para su estudio.
Durante el proceso de excavación, los materiales arqueológicos los vamos separando según su tipo: cerámica, metal, etc y se guarda en bolsas o en embalajes especiales si son piezas muy frágiles. En este proceso de guardar los materiales es muy importante anotar el área y estrato dónde se ha encontrado el material arqueológico porque, aparte de la importancia del material arqueológico per se, lo más importante es la relación entre la estratigrafía y el material hallado en él. Nosotros en la etiqueta ponemos el nombre del yacimiento, año, área y estrato.
Posteriormente hay que realizar la limpieza del material arqueológico. La cerámica y el instrumental lítico son fáciles de limpiar, por lo general, con agua es suficiente. Sin embargo, con el material óseo es más complicado y las piezas de metal se deben limpiar someramente y posteriormente decidir cuales se deben restaurar y cuales no.
Una vez tenemos el material limpio hay que ponerle su sigla. La sigla, en los materiales arqueológicos, es su clave de identificación individual. Esta sigla siempre hace referencia al yacimiento, área, estrato y número de pieza dentro de ese estrato. La referencia al yacimiento normalmente suele ser el número de expediente administrativo. En la cerámica se coloca un poco de laca y, una vez seca, se escribe la sigla. En piezas de otro material lo que se suele hacer es una etiqueta aparte con el número de la sigla.
Una vez ya está siglado el material se lleva a cabo su estudio que consiste en hacer el dibujo si es necesario, su ficha de inventario o catalogo, más el estudio en relación con la estratigrafía.