En la última entrada sobre el trabajo del arqueólogo nos quedamos en los distintos tipos de registros que se deben realizar en una excavción arqueológica y cómo se deben estudiar los materiales. Vamos a comenzar por los distintos tipos de registro:
1.1.- El registro escrito.- En las excavaciones arqueológicas realizadas por el equipo de Baraka Arqueólogos, el registro escrito se realiza por medio de un modelo de ficha informatizable desarrollado a partir de las propuestas de Daniel Arroyo Bishop para el Proyecto ArchèoData. Por cada unidad estratigráfica identificada se rellena una de estas fichas, que incluye numerosos apartados agrupados en cinco bloques de recogida de información: bloque de gestión de la unidad (en el que se anota el número asignado a la misma, el del área y el sector del yacimiento donde se localiza, el de inventario de los dibujos y fotografías en los que aparece reflejada…), de descripción, de dimensiones, de relaciones físicas y cronológicas de la unidad con otras de su entorno, y de interpretación y observaciones. Los croquis elaborados en campo (de sección, de ubicación de unidades, de cotas, de hallazgos especiales…) figuran al dorso de la ficha.
Una vez finalizada la excavación, cada una de estas fichas es registrada en una base de datos informática de carácter relacional, lo que permite una cómoda gestión de las secuencias estratigráficas documentadas y un control exhaustivo de todo el registro.
1.2.- El registro planimétrico.- Los dibujos de planta se realizan por medio del conocido sistema de coordenadas a la escala estándar de 1:20. En cualquier yacimiento de cierta extensión, es físicamente imposible dibujar plantas a partir de un solo eje. Por ello, es necesario instalar una retícula de ejes de dibujo equidistantes entre sí, que cubra todo el yacimiento (o al menos toda la zona excavada). En puntos estratégicos de cada eje (desde los cuales esté garantizada unas visual lo más amplia posible) se sitúan clavos con la mayor precisión posible y con garantía de que no vayan a ser movidos, de modo que, en cualquier momento y para cualquier punto del recinto, se pueden trazar, con la simple ayuda de un teodolito, de un taquímetro o de una estación total, ejes particulares de dibujo ajustados a la cuadrícula general.
Las coordenadas de dichos ejes se consignan en cada una de las láminas de papel milimetrado empleadas, y éstas últimas, a su vez, son informatizadas con un programa de dibujo vectorial e insertadas en su lugar correspondiente dentro del plano general del yacimiento.
Si trabajamos por áreas de excavación de carácter estructural, delimitadas por grandes muros, tendremos una casi total ausencia de testigos y de perfiles en el yacimiento. En este caso, el dibujo de las secuencias estratigráficas documentadas se realizará por medio del conocido sistema de secciones acumulativas.
1.3.- El registro fotográfico. Es importante asegurar la calidad de las tomas, ya que muchas de las fotografías que obtengamos durante el proceso de excavación serán irrepetibles en el futuro debido no sólo al avance de la excavación misma (con eliminación de determinados estratos y estructuras), sino también a lo costosa que resulta la mano de obra en labores de limpieza arqueológica de zonas ya excavadas.
Hace años, el registro fotográfico se hacía exclusivamente con diapositivas. En la actualidad, se hace exclusivamente a partir de fotografías digitales tomadas con cámaras de la mayor resolución posible. Es conveniente hacer las tomas en formato no comprimido RAW, que permite obtener una mayor calidad de imagen y mantiene separados los distintos canales de color, lo que facilita el tratamiento posterior de cada toma. En caso de trabajar en formato JPEG, es muy importante no remuestrear la imagen en postproducción, porque en este proceso se pierde mucha calidad. En cualquier caso, si es necesario tratar digitalmente cualquier toma, es muy recomendable mantener la toma original sin ningún tipo de alteración o tratamiento, y trabajar sobre una copia del archivo original.
Las fotografías obtenidas en cada campaña de excavación son ordenadas por sectores, y dentro de cada sector, por secuencias de excavación. Posteriormente, se numeran con su correspondiente número de inventario (de modo similar a como se hace con la cerámica), y se archivan en carpetas independientes para un manejo más cómodo.
2.1.- El inventario de materiales. Durante la excavación se recogen tanto los artefactos (cerámica, vidrio, metal, hueso y piedra trabajados, escorias…) como algunos ecofactos (huesos en estado natural, restos de madera o carbón, etc.).
El trabajo con la cerámica -sin duda el artefacto más abundante- comienza con el lavado y secado de todos los fragmentos recogidos, procediéndose después al pegado de aquellos que unen entre sí. Posteriormente se lleva a cabo una primera selección, en la que, como criterio general, se guardan: todas las piezas enteras; todos los fragmentos de borde; todos los fragmentos que, sin ser bordes, aportan información clara sobre la forma de la pieza a la que pertenecen; y todos aquellos que, por tener decoración o un acabado especial, proporcionan datos interesantes sobre diseños decorativos o sistemas de acabado. Los restantes fragmentos -los llamados atípicos– son desechados y, tras la oportuna evaluación de su cronología y de su cantidad aproximada, almacenados sin siglar en un lugar preestablecido dentro del yacimiento. Los demás artefactos (vidrio, objetos metálicos…) son sometidos a procesos de selección similares.

La clasificación y estudio de materiales, muchas veces desde la misma excavación, aporta mucha información.
El siguiente paso consiste en el siglado de los materiales: cada pieza o fragmento seleccionado, independientemente del tipo de artefacto de que se trate, recibe un número de inventario que se anota sobre el propio objeto junto con el número de unidad estratigráfica y de sector de excavación en el que apareció, y precedido todo ello por la abreviatura del yacimiento y de la campaña correspondiente. Así, por ejemplo, la sigla CV-98/15/281/32 correspondería a la pieza n° 32 de la unidad estratigráfica n° 281 del sector de excavación n° 15, hallada en el yacimiento de Calatrava la Vieja durante la campaña de 1998. Los números de inventario se asignan de manera correlativa dentro de cada unidad estratigráfica, después de haber ordenado los objetos según un criterio prefijado.
Por último, se realiza el inventario de los materiales siglados, empleando para ello una base de datos informática de carácter relacional según un modelo de ficha predeterminado. La mencionada ficha debe estar diseñada para desempeñar una triple función: para inventariar, para catalogar y para hacer el estudio estadístico de todos aquellos aspectos o atributos del material que son susceptibles de interrelación (tipo cerámico-unidad estratigráfica, tipo cerámico-modo decorativo, material-unidad estratigráfica, decoración-unidad estratigráfica…). El uso del mismo programa informático para el tratamiento del registro escrito y del inventario de materiales facilita notablemente el cruce de datos entre ambos y permite una gestión más eficaz del registro arqueológico.
Esperamos que con estas entradas entendais mejor el trabajo del arqueólogo, tan diferente de la imagen del buscador de tesoros obsesionado con el descubrimiento de la pieza valiosa.
Un saludo desde Baraka Arqueólogos.